Al fin ha llegado el bendito viernes tras una semana cargada de trabajo, desplazamientos de un sitio al otro y líos varios. Este viernes tiene algo muy especial y aunque estoy cansada, sé que tengo que estar a tope en un día tan señalado: la graduación de Pablo, el " lobezno menor" de esta cueva...
Su indumentaria oficial está preparada al detalle y Pablo recorre la casa desde primera hora de la mañana, en un ir y venir intentando ocultar su grado de nerviosismo, mientras yo me callo, no hago preguntas y sonrío cuando le veo, en bermudas, pero con unos calcetines negros milagrosamente en su sitio ya que siempre lleva uno más caído que otro, calzado con sus brillantes zapatos negros de cordones recién estrenados...
Al final, no puedo evitarlo, y así como sin que le pregunto si los zapatos le causan algún problema y me contesta muy serio:- No, mami, pero quiero ...acostumbrarme jajajaja
Lo cierto es que la generación a la que pertenece el pequeño de mis lobeznos es una generación de zapatillas deportivas,chanclas, y como mucho algún que otro mocasín para los pocos actos "más oficiales" a los que puedan tener que acudir por distintas razones y Pablo, con un cuarenta y siete de pie, obviamente no es un habitual de los zapatos de cordones...
Se desplaza, casi patinando con las suelas por el salón, por el porche, y una y otra vez, remira sus zapatos refulgentes como si se tratasen de un extraño adminículo...
Termina la sesión de zapatos y mientras preparo un café en la cocina, acude armado de una corbata y me demuestra, con pulso firme, sus habilidades a la hora de hacer el nudo del elemento en cuestión, aprendidas tras mirar y remirar un vídeo de youtube, porque como es muy autosuficiente, no vale eso de dejarle el nudo hecho y yo sonrío de nuevo porque sé lo que viene a continuación: el traje completo.
Tras unos minutos, Pablo se materializa de nuevo en la cocina cual ejecutivo agresivo vestido de negro, camisa blanca, corbata negra y una sonrisa socarrona solicitando aprobación.
Miro a mi lobezno y me emociono. No puedo evitar pensar eso tan banal de "cómo pasa el tiempo", pero lo cierto es que me emociono y se me saltan las lágrimas viéndole ahí, en mi cocina, vestido de "romano" que es el término que utilizábamos para referirnos a los de traje, y con parte de la niñez reflejada todavía en sus ojos verdes...
Y entonces recuerdo como le vestí de Papá Noel en sus primeras navidades, un bebé regordete y sonriente de 6 meses de edad,para deleite de sus abuelos y demás y me pregunto si algún día, me lo perdonará jajajaja
Pablo se gradúa esta tarde, en una ceremonia británica y formal, Ha hecho un gran esfuerzo para llegar hasta aquí y mirándole en la enormidad de su adolescencia recién estrenada, sólo puedo darle de nuevo gracias a la Vida, por el maravilloso regalo de su existencia, de su bondad, de su forma de querernos a los que vivimos a su lado y de esa manera tan personal que Pablo tiene, de adaptarse a las cosas, como se adapta a su nuevos zapatos de cordones, flor de un día...de graduación....
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