"Aquel que no puede aullar, no podrá encontrar su manada." (Charles Simic)

domingo, 29 de agosto de 2010

Se equivocó la paloma...




"Se equivocó la paloma, se equivocaba.

Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua,

se equivocaba.


Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana,

se equivocaba, se equivocaba.

Que las estrellas rocío, que la calor la nevada,

se equivocaba, se equivocaba.

Que tu falda era su blusa, que tu corazón su casa,

se equivocaba, se equivocaba..

Ella se durmió en la orilla ,o en la cumbre de una rama,

se equivocaba, se equivocaba.

Que tu falda era su blusa, que tu corazón su casa,

se equivocaba, se equivocaba,

se equivocaba, se equivocaba ."

(Joan Manuel Serrat)
Y vaya que si se equivocó el otro día la paloma de la foto...
Despertaba el día frente a la Peñona y yo escondía la cabeza entre almohadas azules evitando los rayos de sol que se filtraban ya por la ventana de este "faro " en el que vivo.
De repente, debajo de la cama, escuché como un ligero arañazo, dos, tres...
-Estás dormida, pensé..-.ha debido ser un roce del edredón en el suelo...
El sonido de arañazos en el suelo de madera se repitió y un ligero movimiento, como de aleteo, nació debajo de la cama. Me levanté sin pensarlo intentando imaginar qué tipo de ¨visitante" podía hacerse notar así y no tuve casi tiempo para hacerme composiciones porque la tuve frente a mí en unos segundos: una paloma ... y había dormido debajo de nuestra cama toda la noche...
Las ventanas de esta casa permanecen abiertas al mar casi todo el día y tal vez nuestra huéspede había aterrizado en la habitación a última hora de la tarde,, pero lo cierto es que había pasado la noche en casa, debajo de nuestra cama y se desperezaba tranquila, algodonando sus plumas al sol, y paseando ufana por el suelo de madera de la habitación sin mostrar el más mínimo pudor...
Su pata izquierda llevaba una aro metálico verde con un número que yo no alcanzaba a distinguir bien, perpleja todavía por el asombro de haber pernoctado con ella, mientras el bicho, me miraba fijamente sin alterarse lo más mínimo. Abrí la ventana para facilitarle una salida y cúal fué mi sorpresa cuando hizo caso omiso de mi invitación y de un saltito ´se colocó sobre los cojines de las sillas que están cerca de la ventana. Allí permaneció varios minutos, mientras yo la observaba sentada en la cama y sin tener ni idea de qué hacer. No quería asustarla ya que ella se mostraba muy segura y muy tranquila .
Poco a poco , fué acercándose a la ventana, pero dando saltitos y allí permaneció, mirando el mar y la melena de bronce de la estatua de Cousteau-Neptuno que se divisa a lo lejos.
No lo pensé dos veces y fuí a buscar unas galletas a la cocina para poder ofrecerle al bicho el " servicio completo": Alojamiento y desayuno.
Miró distraídamente las migas de galleta que esparcí en el alféizar de la ventana y las picoteó casi con desgana, lanzándome miraditas de aprobación desde sus ojillos menudos y brillantes. Yo, mientras tanto, sonreía pensando acerca de de lo curioso de la situación pensando que el animalito estaba francamente cómodo, divisando el Gran Azul y que no parecía tener demasiadas ganar de irse.
Los minutos iban pasando y el bicho seguía allí, por lo que me preparé un café , lo lléve a la habitación, y me senté a su lado, ambas asomadas a la ventana, absorbiendo lo hermoso de una mañana al sol y al azul...
Me miró una vez más y extendió las alas ...Se alejó dirigiéndose a la Peñona y casi estoy segura de que fué siguiendo instrucciones de la efigie de mi Neptuno-Cousteau que agitó una vez más su melena de bronce al viento, regalándome otro instante bello de vida...
Se quivocó la paloma...se equivocaba...
Ahora, cada vez que abro la ventana de mi habitación al mar, no puedo evitar un pensamiento:¿ Volverá ? y luego , sonrío mientras un tarareo surge de mí sin querer: " Si a tu ventana llega una paloma.... tararí...tarará...
Definitivamente y sin concesión alguna, cada día estoy más...¿viva?
Me voy a ver a Neptuno-Cousteau. Hace un día precioso soleado y brillante, lleno de azul y creo que acaba de lanzarme un silbido ,desde su balcón al mar...





Sin título...








"20 de Noviembre de 1984

Espero que llenes de momentos bellos tu cuaderno de bitácora de los próximos 23 años.....

¡ Y ojalá nunca dejes de volar! "


Y eso hizo; no dejó de volar y la Vida que es mágica, hizo de las suyas...



sábado, 7 de agosto de 2010

El surf,el Kite-surf, los corre-olas y ¡¡ la m.....que los parió!!



Definitivamente mi cardiólogo diría que ...¡estoy chalada!

Alguien como yo, que adora todo lo que tenga que ver con el Gran Azul, tenía una "asignatura pendiente" con el temita del surf y sus...variantesssssss.


Tuve mi primera tabla de wind surf hace casi treinta años. Eran inmensas, inmensas y muy pesadas y transportarlas era casi una pesadilla.Fue también la época en la que mi pasión por el Gran Azul me llevó a un curso de submarinismo, , de esos de entonces que duraban tres meses y con escape libre a veinte metros como prueba "estrella" del examen de obtención del título. Y lo conseguí, vaya que si lo conseguí, con el¨"obvio reconocimiento" de mis compañeros de curso, ya que por aquel entonces, "las mujeres no hacíamos esas cosas" como decía mi madre, jajajajaja.


Luego llegaron las motos acuáticas en sus primeras versiones. Recuerdo que la primera en la que literalmente cabalgué, era una de esas enormes con dos patines altísimos y claro, cuando te caías de semejante montura, llevabas un lado del cuerpo morado durante varias semanas...


Y ahora, después de más de un cuarto de siglo, resulta que vivo en un faro frente al mar desde el que he estado divisando día tras día a los surferos, los corre-olistas y los del kite con su cometa henchida por el viento del Cantábrico,... y nada...que resulta que ....ufff...a ver cómo lo explico...

Pues fácil: que me "he picado" y..a la vejez...viruelas... Y ya estoy dando mis primeros pasos con el corre-olas, porque es sólo eso: el primer paso de los pasos que vendrán ya que yo no quedo sin probar ni el surf ni el kite-surf, por más que mis hijos mi miren con una sonrisita capciosa y el hombre de mi vida me diga que " me falta un poco" de aprendizaje para conseguir coger las olas como Neptuno manda...
Lo que no sabe , mi hombre, es que una tiene ciertos "pactos" con seres marinos...

Y todos los días, al atardecer, la efigie del tal Cousteau me sonríe con un guiño cómplice desde La Peñona, y yo sigo viendo a Neptuno, con su melena de bronce al viento, le pese a quién le pese, mientras tirito al salir del agua por más que me cubran los dichosos seis centímetros del neopreno...