"Aquel que no puede aullar, no podrá encontrar su manada." (Charles Simic)

miércoles, 18 de mayo de 2011

Perlas negras...



"Se me olvidó decirte que aún llevo las perlas negras de dolor que engarzaste noche a noche entre mi alma y mis labios...Cada perla es símbolo de silencios que aúllan cada amanecer" (Mitzi)


Precioso trocito de un poema de Mitzi...
Perlas blancas; perlas negras...
Con los Mares del Sur a la vuelta del camino, voy recolectando información cada día acerca de sus islas y de sus gentes. Las perlas ocupan un lugar central en el mundo polinesio y son un atractivo más para los que como yo, cumplirán el sueño de imprimir en sus retinas los turquesas del Pacífico Sur.
Buscando refugio para salir del entorno virtual de las páginas financieras que forman parte de mi trabajo, me sumerjo a ratos en la información que destila el dulce olor del aceite de monoï , los colores brutales de los arrecifes de coral y sus mágicos habitantes y los atardeceres desde los palafitos de Huahine...
En la laguna de Fakarava, reserva mundial de la biosfera, puedes bucear en un parque marino de ostras e intentar recolectar tus propias perlas, con mayor o menor fortuna, aunque a mí, encontrar o no la perla en cuestión me da casi lo mismo, ya que bucear esas aguas armada de una cámara submarina me parece el más preciado de los tesoros...
Abandono la página por unos instantes y me voy a mi habitación donde reposa en una cajita de madera un regalo que recibí hace ya algunos años: un collar de perlas blancas que había pertenecido a mi abuela. El día está gris en este rincón del Mediterráneo pero las perlas blancas que acaricio me regalan una luz satinada y en en ese momento cuando me pregunto acerca de cómo la vida nos va regalando perlas blancas y negras durante nuestra existencia...
Las perlas blancas son menos codiciadas; las perlas negras más escasas y exquisitas...
Me viene a la memoria una reflexión de un viejo amigo acerca de la vida, y un saco de bolas blancas dónde sólo hay una bola negra. Decía que vivir es meter la mano en el saco, a ciegas, y sacar una bola. La posibilidad de sacar una bola negra(la buena, para entedernos), una rara avis, es remota y unos y unas seguimos metiendo la mano en el saco, sacando bolas y más bolas blancas y soñando con la posibilidad de que en uno de los intentos aparezca por fin la bola negra...
Lo del buceo para encontrar una perla debe ser parecido y no quiero ni pensar en la posibilidad de que encima, la perla en cuestión sea negra...
Lo cierto es que me da igual ya que del mar de la vida he sacado unas cuantas perlas blancas(las malas, para entendernos), pero nunca tiré la toalla de la ilusión, esa que me llevaba a volver a sumergirme en la incertidumbre , buscando mi perla negra...
Perlas blancas imitación de perlas, perlas de plástico disfrazadas con nácar, perlas cultivadas en alguna granja existencial, pero sin núcleo de perla, baratijas de forma lunar, perlas hechas de mentiras, perlas de lágrimas, perlas de silencios, perlas de estrategia, perlas que se deshacen como arena entre los dedos del alma; falsas imitaciones de perlas negras...
Y hoy, tras los intentos fallidos, tras bucear hasta la extenuación , herida en varias ocasiones por los afilados dedos de los arrecifes de coral  ccon los que esta existencia nuestra nos enseña a sobrevivir, atesoro una a una perlas negras y las llevo en mi corazón porque ahí es donde llevo a los que amo, a los que me aman, e incluso a los que amé pero jamás me amaron.... 
Perlas negras...

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