"Aquel que no puede aullar, no podrá encontrar su manada." (Charles Simic)

domingo, 6 de marzo de 2011

Navegando en las manos de Bob...



Mi piloto automático se llama Bob. Es un artilugio casi perfecto que me ha sacado de más de una encerrona y un fiel compañero de navegación cuando de salir sola se trata. No es un piloto de viento pero el Tortuga si es un barco creado para el viento y cuando está bien trimado, Bob , el Tortuga y el viento, parecen llegar a una inexplicable armonía que me permite colocar las velas, darle el timón a Bob y sentarme en la proa a observar el horizonte. 
Si mi barco me lleva, con las velas al viento y Bob se encarga de mantener el rumbo, se establece entre los tres una corriente de confianza que sólo rompería un role de viento, pero no pienso en ello cuando me voy a la proa, con las manos libres de timón y escotas, mientras nos acercamos al Cabo de Moraira.
Navegar se ha convertido en algo más que una pasión, si es que hay algo que sea más que una pasión... Navegar es recuperar el aliento de mi alma, fundirme con el Azul, soñar en islas doradas al sol, emocionarme con los delfines que cada día transitan más cerca de la costa probablemente por falta de alimento...
Navegar me salvó la vida...Navegar me apartó del dolor, me acercó a la realidad, me enseñó a plantarle cara al miedo. Navegar me ha enseñado a resistir el frio, el sueño, el calor, la soledad... Navegar me ha mostrado  la insoportable levedad del ser que diría Kundera y la inmediatez del estar...
Navegar me ha enseñado a saber esperar, a  ser un poco paciente(sólo un poco); me ha mostrado como ir a ninguna parte, a rumbo viento...
Navegar en definitiva no es una pasión; es LA PASION en mayúsculas y definitivamente ha aportado a mi vida una dosis de equilibrio inimaginable.
Hace ya un tiempo que me aferré a mi primer barco como a un islote en mitad de un océano de dolor y desde entonces he contemplado muchos mares, muchas islas, muchas madrugadas y muchas puestas de sol. He oteado el horizonte buscando muchas respuestas en mi interior y muchas de mis lágrimas de antaño las enjugó el viento entre olas y rociones. Aprender a conocer al Tortuga, coquetear con Bob, y darle al winche intentando obtener la aprobación de un barco como el mío, tan exigente él, buscando el trim perfecto ha sido lo de menos en este periplo mío.Batallar con la electrónica, entender los susurros de un Volvo ,dejarme las cervicales en un fondeo a mano , buscarme la vida en un puerto marroquí, terminar una regata interminable,recorrer el Mar de Andamán pescando barracudas o bucearme la hélice han sido cosas absolutamente intrascendentes...
En mi memoria, se acumulan montones de instantes, sueños materializados frente al albatros de acero en el Cabo de Hornos y millas y más millas...como en la vida...
Y hay días que le cedo el timón a Bob; me pongo en sus" dedos" de grados a babor o a estribor, me voy a la proa y contemplo el horizonte en búsca de nuevas respuestas...
Y debajo del jersey o de la chaqueta de agua, mi corazón late con un ritmo lento y constante, recordándome que cada día, cada instante de los vividos frente al Gran Azul, ha sido un enorme regalo. El enorme regalo de estar viva...
Mi primer barco fué el Freeblue y aún le busco en el horizonte.
Libre y..Azul...

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