lunes, 22 de febrero de 2010
El retrovisor
El espejo retrovisor del coche es un elemento de seguridad y así lo afirman los manuales del buen conductor.
Esta noche, me siento cansada porque esta tarde, hemos hecho, montados en un coche invisible, un larguísimo viaje hacia episodios pasados, retrovisor en mano, mi hijo y yo ;y ahora, tras darle un beso y un abrazo de buenas noches, mirando sus ojos en los que la adolescencia de sus casi quince años empieza a despuntar, buscaba un destello que me confirmase que ha dejado de mirar ese espejo empañado por el tiempo...
Ha sido una tarde complicada y un largo camino el recorrido, ambos de la mano, por paisajes que nunca antes habíamos transitado y que a ambos nos han dejado una huella de lluvia en el alma...
A veces, mirar por el espejo retrovisor de la vida, debería estar prohibido cuando ello hace que reconstruyamos secuencias de dolor que gracias a la perfección de diseño de nuestras mentes, fragmentamos en minúsculas piezas de puzle que suele costar volver a montar. Así es nuestro cerebro: mantiene intacto lo bueno vivido y fragmenta lo malo para que cueste visualizarlo...
Montamos a veces las piezas de ese rompecabezas de dolor y para ello, ajustamos el dichoso espejo retrovisor, buscando el enfoque de lo que dejamos atrás...
Yo, ahora, sólo deseo con toda mi alma, que el espejo que ambos hemos sujetado esta tarde en las manos del corazón, se rompa en mil pedazos y que hoy, cerca ambos de episodios vividos y compartidos pero asimilados individualmente, miremos el inmenso cristal delantero de la vida y sigamos adelante porque sé que nos queda un trecho de camino a recorrer, porque sé que antes de lo que cada uno de nosotros ni siquiera imagina hoy, se abrirán sus alas poderosas y brillantes, alzará el vuelo, marcará su propio rumbo y yo...seguiré su estela en el aire...
Ese polluelo que duerme en la habitación contigua a la mía, ese lobezno al que aún le duelen las patas, tiernas para caminar en terrenos pedregosos, me ha mostrado hoy , de nuevo, que el Amor siempre trasciende y ahora, tras darle las buenas noches, me envuelve una emoción sin límites porque en su aullido, contrariado , distingo la firmeza y la valentía del hombre que se gesta en su interior...
Y soy, y me siento, una privilegiada...
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