Me pregunto muchas veces acerca de la poderosa fascinación que ejerce el Gran Azul en mi vida...
Navegarlo hoy, en una mañana soleada pero gélida y cargada de viento, ha hecho que vuelva a casa absolutamente helada pero con el alma en plena forma.
En este año que acaba de empezar están apareciendo muchos "antes y después" en pocos días, y de nuevo, hoy será un antes y un después...
Cada reencuentro con el Gran Azul se me antoja una nueva experiencia y hoy necesitaba eso: nuevas experiencias.
Ahí fuera, dónde casi instantáneamente todo se relativiza, me siento, me redescubro y disfruto de un modo salvaje de lo que significa la existencia, el Ser...
Empiezan en nada las regatas, las navegaciones de altura, los proyectos, los diseños de sueños, los viajes , los sitios a descubrir, los otros a redescubrir y mis ojos y mi alma necesitan más que nunca del Azul.
Ahí fuera, envuelta en viento y sal, me miro por dentro; de alguna extraña manera me redescubro y es en esos momentos cuando soy auténticamente consciente de mi naturaleza; de toda la vida, de todos los sueños que llevo dentro.
Ahí fuera, dónde muchas cosas que nos pesan en tierra carecen de importancia, me dejo envolver por la exquisita belleza, por la Naturaleza en mayúsculas, desnuda el alma, abrigado el cuerpo en las mañanas frías como la de hoy y pongo rumbo viento dejándome llevar.
Creo que ha llegado el momento de poner "rumbo viento" en mi vida terrestre; dejar que los vientos del corazón me lleven por estos mares en tierra que transitamos. Dejar que mi instinto , acallado muchas veces en una especie de negación de mí misma, olfatee el viento, coloque las velas y no mire estela. Las estelas quedan atrás, como atrás debe quedar el camino ya recorrido, pero delante, rumbo al horizonte, me esperan brisas, calmas, puestas de sol y también alguna que otra tempestad...
En ese año que ya terminó, he vivido , me he entregado a la Vida y a sus caminos y he sobrevivido unas veces a las tormentas, otras ...a las calmas...
Ahora, toca recomenzar el baile pero ya no será nunca más un baile de máscaras, porque mi alma es azul y no necesita disfraces y porque es ahí, en el Gran Azul, dónde encuentro paz y sosiego cuando me pierdo.
La brújula tuareg, recuerdo de muchas emociones vividas, colgaba hoy de mi cuello .Sentía la plata fría sobre mi corazón que latía en calma esta mañana de invierno.
Nada ocurre al azar...
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