martes, 26 de enero de 2010
El príncipe azul no existe
Walter Riso, psicólogo clínico especializado en terapia cognitiva es un italoargentino al que literalmente adoro...
Hace ya años que traspasé tímidamente el umbral del análisis de las emociones humanas de su mano, a través de sus libros.
Ahora, en uno de los últimos, se descuelga con un análisis acerca de la afectividad masculina que no tiene desperdicio y que he devorado de un tirón.(La afectividad masculina. Walter Riso).
Hace ya tiempo que andaba madurando una idea, algo que nació de un impulso y que ha ido tomando forma lentamente y el último libro de Riso ha sido la gota que ha colmado el vaso...
El Príncipe Azul no existe... Una frase hecha...
Hay un montón de literatura, de una u otra tendencia, acerca del mito del príncipe azul, pero Riso llega más allá y lanza un manifiesto de liberación afectiva masculina desde sus páginas y con la misma facilidad, se atreve a comparar la fidelidad masculina con la femenina y para postre, se carga sin contemplaciones a los clones de D. Juan y a los seductores compulsivos, como él los denomina, definiéndolos como "hombres inconclusos e indefinidos tratando de hallarse a sí mismos por el camino equivocado", tema éste último, apasionante y que hace que sonría pensando en algún que otro especimen que pasó por mi particular "galería de monstruos" y que hoy deambula patéticamente en algún agujero virtual, buscando nuevas presas...
Y me alegra constatar de la mano de un hombre, de un observador, de un especialista en el análisis del comportamiento humano, lo que de algún modo afirmo socarronamente cuando entre mujeres, hablamos acerca del mito del Príncipe Azul.
Porque aunque a estas altura parezca increíble, seguimos imaginando príncipes y princesas que llenarán nuestras vidas de dicha, de amor, de emociones...y nos hartamos de besar sapos que nunca se convierten, dada su naturaleza de sapos, en príncipes porque el Príncipe Azul, simplemente, no existe.
En estos días de nuevas emociones, de muchos recuerdos hermosos, de dulces sonrisas frente a unos ojos de los que la vida me separó hace muchos años, recuerdo que El, era lo más parecido a un príncipe para aquella casi adolescente que se ruborizaba en su presencia; pero hoy, tras un cuarto de siglo, le miro e intuyo lo complejo que ha sido convertirse en un Rey...el rey de su vida, de sus emociones, de sus metas, de sus paradojas... y definitivamente me gustan los seres que son reyes de sus vidas...
Es lo de siempre; una vez una asume bien los requisitos, una vez se aprende a aullar, se encuentra con su manada, aunque el tiempo, que según Einstein no tiene nada que ver con lo que pensamos, haya movido las manecillas un cuarto de siglo...
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Hola...hace tiempo que no entraba en tu blog...
ResponderEliminarme alegro mucho de que hayas encontrado a un rey después de tanto sapo disfrazado de príncipe...
Suerte!un besuco para mi Canelilla y otro para ti
Lourdes.
¡Qué bien leerte de nuevo, Daisy!
ResponderEliminarSabes que siempre eres bienvenida a este pequeño rincón.
Ayssss...los reyes...jajajaja
Los reencuentros con personas que se quedaron en nuestro corazón , ese de los 25 años, son mágicos y como en esa vieja canción de Serrat:
"Uno se cree, que los mató el tiempo y la ausencia
pero su tren, tomo boleto, de ida y vuelta,
son aquellas pequeñas cosas,
que nos dejó un tiempo de rosas...."
Montones de besos para tí y a ver cuando nos montamos una buena merienda y una larga tertulia.
Alejandra.