"Aquel que no puede aullar, no podrá encontrar su manada." (Charles Simic)

sábado, 23 de julio de 2011

El alma de los barcos...


Lei hace ya un tiempo un escrito precioso acerca del alma de los barcos, pero no lo guardé...


Barquitos de papel..., sueños doblando cuartillas, barquitos de papel frágiles navegando unos instantes para acabar desmontándose como a veces se desmontan los sueños...
Si los barcos tienen alma y no voy a entrar a analizar lo que alma significa, yo siento la del mío...


Y sí; abiertamente sí. Reconozco que hablo con mi barco, para qué mentir...


Unos días navegando , improvisados en mitad de un estrecho calendario laboral, proa al Sur, y vuelta a la vorágine, pero con las baterías del alma cargadas, como si de una mágica transferencia de energía se tratase; de alma a alma, del alma de mi barco a la mía...
Vientos caprichosos no previstos en los partes meteo y se abre el diálogo, mientras le "quito trapo" rizando su melena mayor, porque el alma de mi barco es impetuosa y hay que ponerle bridas a su cuerpo de fibra blanca y azul, antes de que resulte más difícil hacerlo.
Dos rizos , y el alma de mi barco se sosiega; un recorte poco elegante al génova y mi barco se atiene a razones  dejándose llevar más dócilmente...
Y navegar sabiendo que él aguanta mucho mejor que yo los veinticuatro, los veintiseis y hasta los veintiocho nudos de viento Sur que nos regala un mediodía de sábado en este verano mediterráneo, precioso pero impredecible. Una ceñida al viento, controlada  y veloz en un mano a mano ...
Aferrando la rueda que me muestra dócil que la decisión de "reducir trapo" al mínimo ha sido una buena decisión, le susurro unas palabras al Tortuga como si de un animal de sangre caliente se tratara mientras contemplo su afilada proa cortando olas cada vez más altas con esa seguridad que tienen algunos barcos.
La corredera sube como la espuma al ritmo del viento y me da puntas de nueve nudos y medio.
Miro la estela y me doy cuenta que El Tortuga, aunque retenido por los rizos, está en su salsa y de nuevo , no puedo evitar sussurrarle...
Y una vez más, inevitablemente, mientras me dejo llevar por el viento, recuerdo los barquitos de papel de mi infancia, frágiles, como frágiles son algunos sueños...


Ya sé que eso de hablarle a un barco  suena a locura transitoria y que todos los que navegamos, a los ojos de algunos, tenemos un toque de locura, mezclado con un tanto de masoquismo , porque navegar en un velero, dejarse llevar por el viento, es el modo más lento y para muchos más incómodo de llegar tarde a ninguna parte, pero en ese "diálogo" entre mi barco y yo,  a pesar del aparente monólogo que muchos verían, mi barco...responde... 


Al llegar al atraque, agotados  por la intensidad de la navegación y el ardiente sol mediterráneo de un día de verano con vientos africanos, el Tortuga se desliza camino del pantalán, ya sin sus alas al viento, reluciente su casco blanco saboreando los baños de olas saladas que en algún momento han barrido su proa, pintada en sal su regala y con la bañera llena de cabos aún desordenados.
Empieza una nueva tarea, esta vez a resguardo de olas y viento , y mi espalda, mis brazos, acusan el cansancio de los tres días de navegación, cuando empiezo a recoger cabos, a cerrar el lazy, a pasarle el cepillo como si de un caballo se tratase, mano a mano con el patrón con el que comparto mi vida y mi barco.
El es un hombre pragmático, resistente a cualquier adversidad y poco dado a mis ensoñaciones naúticas, pero permanece en silencio, observándome, cuando ve que entre cabos y cepillos, una vez más, acaricio el lomo blanco de mi barco y así, bajito, le digo: -Tortuga; te has portado como siempre...muy bien.
Casi dos horas después, tras dejarlo todo en orden , salto al pantalán y contemplo al "bicho" por última vez  repasando mentalmente que todo ha quedado listo y en orden para la siguiente...


El barquito de papel de mi infancia se materializó casi medio siglo después de ser soñado y se mece sujeto por sus "bridas", bajo el atardecer dorado y azul, pero su alma inquieta y vigorosa se queda a la espera...


"Barquito de papel,
aventurero audaz, jinete de papel cuadriculado...


"Cuando el canal era un río,
cuando el estanque era el mar,
y navegar era jugar con el viento,
era una sonrisa a tiempo....


"Después el tiempo pasa,
y te olvidas de aquel, barquito de papel..."


Nunca; jamás te olvidé, barquito de papel y el alma de mi barco, es el alma de aquella niña que jugaba en los estanques, soñaba con piratas, bordeaba islas y se dejaba llevar por el viento.

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