Mañana hace exactamente dos años que se me"descosió" el corazón...
Fue una mañana calurosa de Julio, en el pequeño descanso entre una reunión laboral y otra; así, sin avisar.
Una inquietante sorpresa que se manifestó en forma de lo que los expertos calificaron como un soplo cardíaco funcional , un soplo que emitía un borboteo de esos de fuente; un corazón descosido por los acontecimientos que rodeaban mi vida, que dijo ¡basta!...
Un corazón sin patologías como afirmó mi cardiólogo, pero desbocado, inundado de adrenalina; corazón descosido por la impotencia, por una sensación de amenaza continua derivada de la presión laboral, de la responsabilidad hacia otros; un corazón atónito ante la falta de coherencia y de ética de algunos que intentan negociar lo innegociable...
Han pasado dos años y el soplo en cuestión ha desaparecido. Bendita sea su funcionalidad...
Lo que mi alma intuyó en su día, intuición que se convirtió en una auténtica pesadilla que traspasó las barreras de mi corazón en forma de adrenalina, se ha materializado hace algunos días y aunque mi corazón descosido y remendado ya late a un ritmo dulce y uniforme, nunca podré olvidar con qué virulencia se cebaron en él mis inquietudes...
Un corazón desbocado, -afirmaba mi cardiólogo, y yo sonreía ante la frasecita pensando algo así como: No lo sabes tú bien...
Hoy, en esta calurosa tarde del mes de Julio, anticipo de un sábado en el que una vez más me dejaré envolver por el Gran Azul, cierro los ojos por unos instantes, respiro despacio e intento visualizar las puntadas invisibles de mi corazón descosido y en esa especie de viaje interior, escucho mi latido y pienso , con el corazón hoy contenido, acerca del poder sanador del Amor, del balsámico efecto de la Verdad, de la capacidad cicatrizante de la ternura y de lo afortunada que soy por tener a los que tengo en mi vida y...en mi corazón...
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