martes, 15 de febrero de 2011
Papeles , corazones, papeles...
Hay cosas, aparentemente sin importancia, que le reconcilian a una con el mundo de hoy; ese mundo que por momentos nos parece tan agresivo, tan carente de valores...
Alicante; 17,30horas, saliendo del parking en la Explanada de España cargada de carpetas.
Tropezón en uno de los adoquines descolocados del suelo y ¡¡zas!! : Carpeta llena de documentos que aterriza sin poder evitarlo en mitad del paseo, barrido por un viento de unos 15 nudos. Resultado: papeles volando a diestro y siniestro por toda la avenida, incluída la calzada en la que el semáforo luce verde para los peatones.
Y se produce "·el milagro": Un ejecutivo bien ataviado, el limpiabotas que estaba sentado a la espera de algún cliente con su cajita llena de cepillos y cremas de encerar; dos amas de casa, una pensionista y un extranjero en bermudas, más dos japoneses con su cámara colgada del cuello.. Todos ellos y alguno más que mi retina no alcanza a grabar, se dedican afanosos a recoger las hojitas, mientras yo corro de un lado a otro de la calle recuperando papeles, recuperando...
Presurosos, me van acercando, con una sonrisa comprensiva hojas sueltas, algunas pisadas en un intento de retenerlas y arrebatárselas al viento que juega con ellas como si fueran cometas de seda...
-Gracias,- muchas gracias,- mil gracias, repito con una sonrisa...En unos segundos, la treintena de hojas están en mis manos y el semáforo se ha puesto rojo para los peatones...
Me sitúo junto a ellos, que siguen sonriéndome benevolentes y vuelvo a repetir mi mensaje de agradecimiento, mientras no puedo evitar emocionarme. Las dos amas de casa, que han salido a andar un ratito en la soleada y venteada tarde me dirigen una mirada cómplice y les sonrío abiertamente...
El semáforo se pone en verde y cruzo la Explanada con un latido nuevo en el corazón...
Ordenaré los papeles antes de subir a la oficina,a la vez que ordenaré los sentimientos que la situación me ha producido...
En una tarde ajetreada de lunes, la vida me hace un guiño mientras sentada en un banco ante el portal de la oficina, coloco todo de nuevo en la carpeta verde...
Tal vez ellos hayan podido percibirlo; tal vez no haya conseguido transmitirles en mis agradecimientos o con mi sonrisa lo que he sentido, pero por encima de de todo, la tarde, que se me antojaba pesada, ha cambiado de color y ellos, los improvisados, son los responsables...
Y así, sin querer, un gesto de solidaridad colectiva nacida de un grupo de desconocidos, me recuerda de nuevo que por encima de todo, este mundo complejo por el que transitamos, nos regala instantes hermosos de complicidad, en un día 14 de Febrero en el que las calles y los comercios, de nuevo, se engalanan de corazones rojos...
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