"Aquel que no puede aullar, no podrá encontrar su manada." (Charles Simic)

miércoles, 24 de marzo de 2010

El dios del mar...


Hace ya semanas que no escribo en este rincón porque literalmente mi vida lleva un ritmo vertiginoso adaptándose a cambios y más cambios...

En mi nuevo paraíso, Asturies, descubro rincones, estelas, luces del alba teñidas de gris y una nueva forma de mirar el Gran Azul...

Y hace unas semanas, tuve un mágico encuentro entre las rocas de La Peñona, porque aunque ya sé que no es tal, la efigie de Philippe Cousteau en esa pequeña península a mi se me antoja el rostro del...Dios del Mar...

La carcajada del hombre que amo cuando dije:-Anda! pero si es Neptuno!, aún resuena en mis oídos mientras con un gesto de ternura me apartaba del vacío que se abría ante mis pies y me contaba , paciente, que no todas las efigies que se encaraman entre las rocas, son Neptuno...

Asentí, interesada en sus explicaciones acerca del hijo de Cousteau y su museo de anclas, pero en el fondo de mi corazón yo, seguí pensando que aquel rostro, aquella imagen de rizos al viento, era la más hermosa representación de...Neptuno y para mí, seguirá siendo el Dios del Mar, en toda su belleza.

Sé que todavía me llevará un tiempo adaptarme definitivamente a mi nueva vida , a las mañanas frías de Salinas,a ese Gran Azul que devora la playa de arena dorada engulléndola literalmente ante mis ojos en sus horas de marea alta, a los cielos grises, a la lluvia , pero cada vez que miro a La Peñona, la efigie de Cousteau-Neptuno me hace un guiño invitándome a participar del inmenso espectáculo marino que se divisa desde su mirador...

Mientras escribo, el solecito acaba de hacerse hueco entre las nubes de este domingo levantino en el que por imperativos de calendario, miro hacia otro Mar, el Mediterráneo;pero llevo en la retina, la imagen desde los ventanales del faro dónde comparto vida en Asturies; y Neptuno, con sus rizos de bronce despeinados por un viento cantábrico, me sonríe...

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