" El arquetipo de la mujer salvaje, reside en sus entrañas". Recuerdo que cuando leí por primera vez esa frase, hace ya muchos años, algo se movió dentro de mí y tal vez desde entonces soy plenamente consciente de lo que en mí habita y de cómo se retuerce, se estrangula, late vigorosamente cuando envuelta algunas veces en la magia de según que "coplas" intenta advertirme para que vaya poniendo a punto...las calabazas.
¿El tan traído y llevado instinto? A saber...
Hay veces en las que necesitamos transitar por determinados paraísos, darnos un baño de sueños, sumergirnos en dulces coplas y trasladarnos como Alicia, al país de las Maravillas.
Esto de ser Reina a tiempo total se nos antoja en ocasiones agotador jajaja y nos damos un paseíto por Khasbas y Medinas por dónde circulan poetas bañados de lírica, trovadores de sueños, maestros de los pergaminos que huelen a letras balsámicas, copleros...
Envueltas en un shador de candidez e ilusión, muchas Reinas que ni siquiera son conscientes de su regia condición, emulan a en cierta forma a las princesas de los cuentos y se abandonan a la seducción de las...coplas...
Pero hay otras , las que son conscientes de que en sus entrañas habita, la esencia de la naturaleza salvaje de las mujeres, que se permiten saborear las dulces mieles ,los cantos de sirenos, mientras en su huerto del alma, van amontonando las calabazas. ¡Calabazas listas para lanzar! ¡¡Arrr!!!
Bendito instinto el de la Reina...
Reinas de nuestras vidas, de nuestras emociones, de nuestros afectos, de nuestras debilidades, de nuestras sonrisas, de nuestras lágrimas...Reinas...
Sonrío en esta mañana de verano cuando imagino la cara de sorpresa de algunos trovadores, poetas de estrategia y resultados a corto, cuando convencidos del efecto letal de su manida prosa, reciben una lluvia de calabazas , calabazas sin reproches propios de princesas destronadas, calabazas que susurran :-ahí te quedas, que ha sido estupendo, pero que no cuela...
Alguien a quién quiero muchísimo; una amiga de esas del alma, un ser humano con una belleza interior resplandeciente y luminosa me dijo un día que cómo siendo Reinas, siempre acabábamos en sendas de mendigos emocionales. Le contesté que era precisamente por eso , para confirmar nuestra regia condición y por qué no, para ejercitarnos en una gimnasia del alma y del corazón que nos añada "músculo" a esas entrañas nuestras que nos recuerdan nuestra auténtica naturaleza, la salvaje, esa que nos hace lanzar calabazas a copleros de mucha labia y poco pelo...
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