Mil mares...

Definitivamente, mi vida ha estado dividida entre...mil mares...
El Gran Azul, siempre presente desde que en las noches de pesca, mi padre se bajaba al malecón el capazo de ésta que escribe porque por lo visto y según afirma, la humedad del Cantábrico "me relajaba" y dejaba de llorar aunque yo siempre he creído que mi llanto era una forma de solicitar que me acercasen a esas orillas de cemento para olfatear la brisa salada y azul...

He recorrido de formas distintas esos mil mares geográficos, al mismo tiempo que recorría los miles de mares de mi alma...
Mares teñidos de distintas gamas de verdes, de grises, de negros nocturnos... Mares en calma como balsas de aceite, mares que hierven y levantan espumas, mares aparentemente plácidos que encierran corrientes, mares heridos por los rayos que fosforecen bajo una estruendosa tormenta, mares rizados por los vientos, caprichosos, ondulantes, mares opacos como encerrando secretos oscuros en los que no divisas nada, mares salados en los que flotas sin moverte, mares transparentes, aturquesados en los que bulle la vida en superficie, mares helados que transportan níveas y pequeñas naves de fulgurante hielo, mares cálidos como inmensas sopas de pescado, mares de colores rojos, violetas, anaranjados por puestas de sol imposibles de describir...
Al fin y al cabo estoy casi segura de que nuestro alma es líquido y azul...
Y claro que me he dividido entre Tú y mil mares. Contigo comparto esos miles de mares terrestres, geográficos y esas miles de islas de los rincones de este mundo.

En los miles de mares de mi alma y desde que apareciste en mi vida, ya no buceo en océanos procelosos que diría el pirata, y mi Gran Azul luce luminoso y vibrante, al amparo de tormentas oscuras...