Mi hijo se encamina a sus veintiseis y ésta era yo a su misma edad... Fotos que volvieron del pasado de la mano del que amo...
Recuerdo como si fuera hoy mis enfurruñados despertares que se paliaban un tanto con enormes tazones de café con leche y poco ha cambiado mi forma de asomarme al día. De hecho , cuando mis hijos, estupendos negociadores, necesitan algo de mí a tempranas horas de la mañana, y no precisamente consejos sino normalmente "pseudosablazos", me traen un café con leche delicioso y humeante, acompañado de una enorme sonrisa y un cálido "Buenos días, mami", y por más dormida que esté, soy absolutamente consciente en ese instante de que el día, me va a salir...caro.
La foto me trae también, vívidos recuerdos de mi profunda rebeldía, que treinta años después no se mantiene tan inalterable como mi necesidad de café con leche al despertar, pero sigue habitando en mí, al margen de esa tan traída y llevada madurez asociada a los años...
Los acontecimientos de este país, que vamos constatando un día tras otro, gracias a la "ordenada dosificación" que de ellos hacen los que los gestionan , sean políticos, analistas o banqueros, están haciendo que ese Alien que vive en mí, despierte de un cierto letargo nacido de la dichosa adaptación al medio y empiece a declararme de nuevo , una rebelde, pero con causa.
Y vuelven a mí las palabras, inocentes de una canción de mis veinte años y es entonces cuando de nuevo, "quisiera ser como el niño aquel que es feliz, y soñar y vivir..." ,pero no nos dejan, y hoy, los rebeldes de cualquier edad tenemos más de una y mil causas...
Por eso, sin parpadear, sin ser maternalmente correcta, asumo en silencio la rebeldía de mis dos hijos y no me hace falta volver al pasado de mis 26 para entenderles por más que a veces, intente neutralizarles... Lo cierto es que como dice Sabina en su canción, les sobran los motivos y en este mundo nuestro, la rebeldía ya no es una cuestión de edad, sino más bien una cuestión de...principios.