Puestos a elegir, como diría el maestro Serrat en una de sus
canciones, creo que me quedaré con un nido de águilas, dadas las facultades
para los vuelos largos que han ido mostrando…mis polluelos…
Nido de águila o de gallina, lo cierto es que en poco más de 48 horas, el nido se quedará
vacío y el pequeño de mis hijos con su recién estrenada mayoría de edad y su
enorme maleta, iniciará el vuelo hacia
Alemania, para continuar allí con su educación.
Berlín le acogerá bajo su manto y su marcado aire
multicultural y iniciará su singladura
estudiantil en una ciudad rica en historia, enorme, y en alemán.
Domina el idioma luego los “tiros” no vendrán por ahí…
¿Tiros? El “espíritu de la gallina clueca” intenta hacerse
paso en mi interior y llevo varios días un tanto pasiva y circunspecta…
Me advierten, bienintencionados los que lo hacen, del
Síndrome del Nido Vacío y yo me pregunto si esa alteración que al parecer es
tan común, se instalará en mi corazón , así tan prevista, o si por el
contrario, seguiré repitiéndome que Berlín está aquí al ladito, como incluso lo
está Yangshou y su impresionante paisaje kárstico; en esa China que cada día se
nos aproxima más y donde el otro de mis hijos reside desde hace unos meses,
luchando con los visados y concentrado en aprender un nuevo idioma…
Una ligerísima presión en la garganta mientras escribo esto,
me advierte de que la cuestión dista mucho de ser una tontería y que , me guste
o no, tendré que hacer grandes esfuerzos en el aeropuerto de Valencia cuando le
vea atravesar la barrera de seguridad que le lleva a su destino…
Nunca fui una persona tendente a los estados depresivos y lo
cierto es que cuando caí fue más victima de la sobrepresión que de otra cosa y
por eso pienso que el famoso Síndrome del Nido Vacío, poco tendrá que hacer
conmigo; pienso que tengo muchas cosas de las que ocuparme, muchas pasiones que
me llevan a disfrutar cada instante, muchas ilusiones para el más próximo
futuro inmediato y el apoyo incondicional de los que quiero y me quieren pero
el dichoso síndrome no me gusta un pelo…
En esta bipolaridad de águila-gallina en la que vivo
sumergida, lo mismo sigo diariamente la página de los terremotos, como aplaudo
los deportes de riesgo de mi hijo mayor y sus escaladas imposibles en las
famosas montañas kársticas chinas y del mismo modo me planteo ahora que el
pequeño está preparado para volar, pero que el salto es el salto y que Alemania
es mucho más que hablar alemán y que vivirá por primera vez solo, aunque
comparta vivienda…
La Vida, generosa, me ha concedido el enorme privilegio de
poder llegar a ver volar a mis hijos y del mismo modo, como el águila vieja que
necesita desprenderse de las plumas más pesadas , me exige ahora que el nido se
queda vacío, que inicie yo mi siguiente vuelo,tras estos años de anclaje a un
lugar. Desprenderse, desaprender y al mismo tiempo sabiendo que ningún lugar
está lejos…
El periplo asiático de mi hijo mayor me ha llevado a empezar
a estudiar chino hace unos meses con buenos resultados y el periplo alemán de
mi hijo pequeño no me preocupa respecto al idioma porque el alemán forma parte
de mi vida desde hace ya muchos años. Conozco Berlín y conozco China, luego sé
cómo moverme si fuera necesario ; ) , pero creo que realmente lo que me
inquieta es que no va a serlo ; son dos buenos…”aguiluchos”…
En definitiva y no sé si para no dejarme invadir por la
melancolía, creo que empezaré a preparar una mochila pequeña, para tenerla
lista en un rincón por aquello de ir “con el corazón en bandolera”, bien sea a
China o a Alemania y una maleta grande donde quepan parte de mis sueños todavía
por realizar, para que si el nido se queda vacío, no darle tiempo al susodicho
para que me atrape…